El arma más letal, es la pluma que desenvainas al expresar tus pensamientos más íntimos
domingo, 18 de julio de 2010
Lo es y no debió ser.
Y tembló la tierra, y estalla el mar, el cielo negro y el viento sopla en dirección norte sur. Pienso y miro a lo lejos, y tu silueta no desaparece de mi mente. Trato de sonreir, pero temo. No puedo tocarte, no me atrevo, no debo. Y si lo hiciera, me avergonzaría, pues esto no es más que un simple sentimiento. Algo vomitivo, pero pasional, algo repugnante, pero pasional. Y lo digo dos veces, pues así lo siento. Dos locos frente a frente, se sonrien y ocultan el frenesí que trae el caos. Y si me equivoco, es sólo desde aquí, en donde la monotonía desaparece, y la locura enfermiza aparece, y me frustra, me mata.
No puedo hacer nada, soy cobarde, y es mejor así. No le causo daño a nadie, ni preocupaciones de más. Pero si de mi dependiera, sería perfecto, demasiada utopía, es lo que creo. Ni proyecciones, ni nada futuro. No puedo pensar en ello, porque ni tu ni nadie, me lo permite. Huyó, corró y me oculto para siempre. Cobarde, nada más.
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