viernes, 22 de octubre de 2010

Liebre


Un típico recorrido en micro, donde las casas se disuelven por la ventana, y reaparecen por el espejo retrovisor. Saltos y vaivenes que revuelven las entrañas de los pasajeros aun con vida, que se sientan inseguros del chofer.
Miradas vacías, individualistas, van por lo suyo,tan simple, deshumanizados por el sistema, solo les interesa ganar y robar.
¡Ceda el paso señor conductor! No querrá cargar con la muerte de todos. ¡Qué se entromete señora!, sus ojos gritaban con ira. Un accidente más, un accidente menos, en esta ciudad era de minima importancia para la línea 29, para la 21, la 9, la 4, la 3 y la 2. Cargada de bolsas, la señora de chaleco rojo y moño desarmado, observa a los que viajan al final, viajeros desalmados y sumergidos en un par de audífonos y letras en inglés tosco.

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