El arma más letal, es la pluma que desenvainas al expresar tus pensamientos más íntimos
domingo, 13 de mayo de 2012
Deseo
Pienso, y le doy mil vueltas dentro de mi cabeza, el por qué a las personas en general les resulta fácil decir te amo a los suyos. Si yo lo dijera sentiría angustia porque no sería cierto, pero también siento angustia porque no puedo decirlo, es extraño, lo que lo hace interesante, comportamiento interesante que deja mi mente cansada y somnolienta.
Fumo, elevo mis pensamientos hasta que desaparecen, sensaciones, que se apoderan de la motricidad, paz efímera, risa imprudente, atontamiento eficaz, felicidad equívoca, dolor inerte, bienestar necesario, éxtasis.
El oleaje, rizado por el viento, el sol tenue sobre las nubes, la brisa que agita mis cabellos, lo electrifica. Miro a lo lejos una luz, rojiza, oscilante, sobre el horizonte, es como si me llamara, pero dentro de mi cabeza algo me decía que no podía alcanzarlo.
Lo intento, me atrevo. Me desvestí y lancé lejos mi ropa. Salté al mar y comencé a nadar. El agua cosquilleaba mis anhelos, mis sueños, no podía detenerme. Hacía frío, pero no sufría por ellos, era más bien placentero, agradable. Mi respiración se agitaba con cada brazada. La luz parecía alejarse, miré hacia atrás, la orilla había desaparecido, como si nunca hubiera existido. Seguí nadando, podía sentir que era mía, estiraba mis brazos, son dejar de patalear, ya la tenía, era mía. Una voz sonaba con eco, pronunciaba mi nombre, me necesitaba. La luz se hizo más brillante, me encandilé. Dos manos cálidas sujetaban mi cara, lloré, al ver que mi madre sostenía mi dolor, mi angustia, después de este trágico accidente. Había perdido la cordura.
<< Me gustaría ser menos cruel>>
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