domingo, 14 de abril de 2013

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Miro hacia abajo para que no me veas llorar. No es que tenga miedo o vergüenza de que lo veas, simplemente no quiero. Giro la cabeza y miro con profundidad el paisaje, a tres kilómetros de mí tu presencia, que hace eco en mi memoria. El viento se encargaba de secar mis lágrimas, que jamás se hicieron visibles, el sol se encargaba de dar luz a mis ojos, ennegrecidos por el vacío que siempre ha existido, pero que ahora lo visualizo a la perfección. Eso tocó mi corazón, y despertó mi conciencia, a un paso de ser libre, a un paso de la alegría efímera, a un paso de alejarme para siempre de ese anhelo insensato, de ese sueño eterno, de esa sensación asquerosa, de esa cadena perpetua de sentimientos. Busqué tus ojos, no los encontré, ni hoy, ni ayer, ni nunca. Perdida en el intento de volar, es momento de echar fuera todo nudo que ancla mi alma, dibujé una sonrisa de satisfacción, un gesto de amargura y una lágrima de paz. Marco el inicio de un nuevo camino, mi camino. >> Tengo mucho más que decir, pero jamás lo haré, vil cobardía, vil silencio, vil adiós>>

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