domingo, 6 de abril de 2014

Llueve

Y la lluvia cae sobre mi pelo desteñido por el tiempo, veo mi cuerpo, un vestido rojo lo viste y acentúa mis clavículas muy finas bajo mi cuello. Llevo tacones, y una cartera de cuero cuelga de mi muñeca izquierda. El reloj marca las 12 en punto. Comienzo a caminar, disfrutando cada gota que se desliza por mi piel, recorre mis labios delineándolos con delicadeza, siento un leve cosquilleo sobre ellos, deslizo mi lengua y saboreo la lluvia. Todo parecía normal, caminé con elegancia taconeando uno delante de otro a medida que avanzaba por las húmedas calles de Valparaíso, evitando pisar los charcos y tratando de no resbalarme, si me caía de bruces sería catastrófico. Me detuve a observar mi entorno, la gente con sus paraguas de colores caminaban a prisa tratando de tomar algún autobús o taxi que los llevara a casa. Seguí caminando, y me topé con unos ojos conocidos, un tanto claros, los recuerdo como si los hubiese visto de verdad. Me acerqué, y pude notar cómo se arqueaban esos labios ofreciéndome una sonrisa más que pícara. Mi corazón se aceleró, casi podía sentir que se arrancaba de mi tórax. Estando a unos cuantos centímetros del sujeto, lo miré fijamente con mis ojos café penetrantes y lo cogí del cuello, rápidamente acerqué mis labios a los suyos y los besé. Acuné mi lengua contra la suya y el beso fue más dichoso, ya que la lluvia lo acompañaba. Sus manos rodearon mi cintura, y mi respiración se agito. Cerré los ojos, y sentí como sus manos me sujetaban con fuerza, me estaba cargando. De pronto, me di cuenta de que la lluvia había cesado, el calor se apoderaba de mí, abrí los ojos y vi fuego chispeante salir de una chimenea, él me miraba lujurioso. Me dejó en el suelo y prosiguió a desabotonar mi vestido, uno a uno con gran experticia. Deslizó los tirantes por mis hombros y dejó al descubierto un corset de encaje muy erótico que no recordaba haberme puesto. Alcé mis brazos hasta su camisa, y desabotoné los botones muy a prisa, su sonrisa se hacía más profunda y sus ojos se llenaban de deseo. Ya despojado de sus ropas, continuó acariciando mi cuerpo, jugando con el encaje de mi ropa interior y mordiendo de vez en cuando mi cuello. Deslizó sus dedos delicados por la cremallera de mi traje, y dejó al descubierto la piel pálida que me caracteriza. Me rodeó con firmeza, y me levantó sobre él dejándose llevar sobre mí. El agua de mi pelo se deslizaba por mis pechos, y él recorría las gotas con sus dedos firmes. Pude sentir sus dientes recorrer mis brazos, mi pecho, mis rodillas. El calor se acumulaba en mis mejillas y mis caderas se movían al compás del deseo. Nada podía estropear este momento. Un sonido angustioso invadió mis oídos, era él, algo le sucedía. Traté de tranquilizarlo, lo abracé y lo contuve en mi regazo. Sus ojos llenos de lágrimas me dieron la señal de que algo no estaba bien, lo miré a los ojos y junté mis labios contra los suyos, él cerró sus ojos y me correspondió el beso. Nos quedamos así, hasta que la última chispa de la chimenea saltara sobre la alfombra, hasta que la oscuridad se apoderó de nuestras almas, hasta que nuestra respiración cesara. >> Mis más íntimos pensamientos plasmados en un pequeño cuento, micro cuento o como usted quiera llamarle>>

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