domingo, 4 de mayo de 2014

Patricia... Ella... ella.

De: narrador casi omnisciente creado por mi mente Para: Patricia ( yo) A Patricia no le quedaban más venas por pinchar, sus brazos ennegrecidos por el maltrato hospitalario pedían a gritos NO MÁS!!! Ella aguantaba la respiración, cada vez que le inyectaban o le trataban de colocar una vía. Cerraba los ojos, tratando de hacer desaparecer las pesadillas que se habían apoderado de sus días. Calculaba muy bien las horas en las que le tocaba la medicación, por lo que por las tardes se encaminaba a sacar a pasear al flaco, su fiel compañero de sala, de sueños, de noche, de día, el flaco. Despacio por el corredor de 10 metros de largo, empujaba el pedestal con ruedas y una bomba de difusión alimentaria. Paso a paso, trataba de lidiar con las pelusas que atrancaban el giro de las ruedillas, a veces el pedestal se ponía chulito y se empinaba, ella,con la poca fuerza que podía aplicar en ese momento, lo sujetaba para que no se cayera de bruces al suelo. Los paseos eran aburridos, parecía loca de siquiátrico, pues arrastraba los pies con aquellas pantuflas grises, y ese pijama a lo Mrs. Ingalls que la avejentaban tanto así como 100 años, el cabello greñudo, seco y muerto le daban el toque perfecto a su personaje de desequilibrada mental. Las señoras y muchachas de las otras habitaciones, siempre le dirigían una mirada de pena, pues la sonda que salía por su nariz le proporcionaba el aspecto de una enferma terminal. Por mucho tiempo ella pensó que sería ese su final, no había señales de una mejoría, los exámenes iban a peor. Patricia siempre le daba palabras de aliento a su madre, si ella debía perecer en aquel hospital, por favor sigan con su vida y no recarguen el peso de su ausencia en los hermanos más chicos. Muchos días de desesperación se apoderaron de esta muchacha, de repente ataques de histeria y angustia se reflejaban en un pataleo incesante bajo las sábanas. Pronto acudía al sueño, para tratar de relajar sus impulsos nerviosos, que le pudieron haber traído consecuencias brutales como amarrarla a la cama. Patricia se hizo de huesos, pellejo, grasa y lágrimas, todos esos días recostada en la misma posición, dándose vueltas para evitar la aparición de una UPP o escara putrefacta. Veía la luz del sol tan lejana, y el aire fresco se había transformado en aerosol aromático. Ya no podía resistir, ella prefirió la muerte, pero no fue así. Allá va Patricia, caminando con su estilo peculiar, con su lengua larga y esos ojos que reflejan la sinceridad más pura de su alma. Allí va feliz, porque la vida le dio una segunda oportunidad, quien sabe si es la última. Allá va Patricia, se feliz. >> Escribir libera mis emociones, tensiones y pasiones>> Hasta que la muerte nos separe...

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