sábado, 28 de mayo de 2016

Amargura del hogar





Era tiempo de volver a casa, se había hecho de noche y la espalda dolía por el peso tremendo de la mochila que se clava perversa en mi. El retorno es largo, aburrido, y peligroso. Mientras retumbaba el motor en mis oídos y pegaba rebotes al final del bus, me imaginaba una taza de té humeante y un bocadillo de jamón calentado en el microondas.
Crucé el umbral de mi casa, no había nadie en pie. Vi que la mesa estaba a medio poner y que no había nada para comer, ni cerca a lo que soñé en el bus. Sólo platos vacíos, sucios, vasos usados, una real mierda. Mi enojo es igual cada vez que me olvidan, cada vez que no me guardan algo para comer, cada vez que me menosprecian, mi enojo es el mismo que se desencadena por la desatención, por la despreocupación de quiénes se denominan familia. Una mierda. Subí a mi habitación, allí estaban ellos, quienes me dieron la vida para mi infortunio, sonrientes, por supuesto que no de verme, solo sonríen en su mundo nefasto. Entré a mi habitación, las cosas no eran como las había dejado, alguien profanó mi alcoba, mi ira estalló. Comencé a gritar, a dar vueltas, a putear a quién se cruzara por mi camino, una vez más había entrado un ladrón a mi cuarto. Esta vez no me robó dinero, como en otras ocasiones, esta vez se robó una caja de galletas que tenía para vender. Nadie se apiadó de mí, sólo me culparon por dejar la caja en mi habitación, sabiendo que el ladrón se quedaría en casa. Desde ese momento sentencié, que en mi hogar, o mejor dicho, el lugar donde pernocto a diario, se ha transformado en un país extraño, un mundo peligroso, un lugar detestable. Nunca había detestado en demasía un lugar de esta forma, siento odio, siento sed de venganza, siento dolor, desprecio, desánimo. Es así como se siente la chica de vestido rojo, cada vez que retorna a lo que algún día fue su casa, es así como la vuelta a casa se vuelve amarga, indeseable. A veces ella sueña con desaparecer, ella sueña con irse lejos, sin que nada ni nadie la encuentre jamás.

<< Me cansé>>

Pesadilla

Su voz varonil penetró mis oídos, cómo un coro de ángeles. Su acento bonito, su buena dicción y labia me entusiasmaron del primer hola a tra...