Laura no está, Laura se fue...

Hola, soy Laura. Siento no haberte llevado la bicicleta aun, pero la necesito por un par de días más. La llevaré el martes a tu casa. Te amo. Colgué el teléfono, no alcancé a decirle una sola palabra, no tenía ganas de hablar con ella, ni de verla el martes, a pesar de que la amaba con mis entrañas. Pero simplemente, no deseaba verla. Si deseaba tocarla, olerla, abrazarla, pero no verla. Me levanta tratando de no pisar los chinches que se me habían dado vuelta la noche anterior, estoy mejor, me han dado una medicación súper efectiva, ya no veo las sombras, ni escucho la música macabra en mis oídos. Recibía mayores visitas en mi casa, y mis amigos ya no les mentían a sus padres, todo parecía que había cambiado. Todo se había vuelto color de rosa. Olía bien, cocinaban nuevamente pescado frito, me encanta ese olor a grasa en partículas que se cuela por mis fosas nasales. Bajé descalzo a mirar quien cocinaba. No era mi madre, ni mi hermana, ni mi padre, era yo. No esto no puede ser, ...