Lo que callan los hombres
Guillermo Cardona no recuerda cuando fue que empezó la peor pesadilla de su vida. A sus 35 años de edad ha vivido más tormento que buenaventuras, y más pesadillas que sueños cumplidos. Estaba casado con Cecilia Inostroza. Una mujer entrada en carnes, bellos rizos cobrizos en su glabela, mejillas regordetas color carmesí, labios finos, unos brazos fuertes característicos de mujer de campo trabajadora, piernas estriadas y pies planos. De inteligencia selectiva, pues gustaba de las teleseries vespertinas y el comentillo luego del telediario. Guillermo trabajaba de lunes a sábados, de 8 a 8. Su trabajo quedaba a hora y media de su morada, así que salía de casa aun con la luna sobre los montes. Su vida era normal, tenía dos hijos pequeños. Con el pasar de los años y a punto de cumplirse el aniversario número 11, comenzó la tortura. En una discusión, una de muchas, Cecilia agitó su brazo fofo y abofeteó a Cardona en plena quijada. Una mancha rojiza tiñó el rostro de quien la ama con l...