Pesadumbre en mi tejado
Salgo al jardín y me siento en aquel taburete oxidado, enciendo el ordenador y escribo porque es lo único que me mantiene en calma. Palabras que abruman mi sentir, surgen en mis pensamientos más profanos, me hundo en tristeza y amargura, me siento intranquila e insegura. Trato de mirar el cielo, el sol me enceguece, me encandila, me nubla, me calcina. Busco en mi alma perdida, un atisbo de euforia, de risa y entusiasmo, pero no lo encuentro. Me retuerzo de dolor y quisiera estar en penumbra, pero es de día. Enciendo un cigarrillo amargo, carcome mi garganta mientras me asfixia el monóxido. Mojo mis labios, los muerdo, es tu recuerdo. Imagino tus ojos tristes, húmedos y enrojecidos, y me duele, me duele pensar que fui yo quien gatilló todo esto. Es confuso. Es confuso sentir lo que siento, demostrar lo que anhelo, ser lo que esperas. Es complejo entender lo que quieres, ser suficientemente libre de ser cómo soy. Disfrazo mis ganas de llorar, con una camiseta rosa y un pantalon ...