domingo, 22 de noviembre de 2020

Delirios de cantina

Prendo la radio, miento, el spotify del móvil. Busco alguna canción que me haga añicos. Curiosamente, Los Bunkers me otorgan esas lágrimas que deseaba soltar. Siento mi pecho apretado, estás tan lejos que casi no recuerdo tu rostro. Estás tan lejos que te puedo tocar, no puedo sentir tu respiración, tu calor, tu cuerpo entero. Me siento bailando sola, flotando en el cielo obscuro descalza. No hay quién ataje mi caída, no estás escondido en las tinieblas para tenderme una mano, una esperanza, ilusión marchita, conversaciones de media noche que me generaban una euforia tipo eme sin saber que es. Cala hondo el dolor, y a pesar de que embriago mis noches con licor, tengo tu aroma clavado en mis fosas nasales. Fumo lento, profundo, tratando de inhundar mis emociones de humo, de nicotina, de dulce nicotina. Y no cesa, no para, no se va. Quisiera saber cómo dejarlo ir, cómo alejarlo de mi cabeza, cómo perder la conciencia de que existes y me eres ajeno. Error tras error carcomen mi alma, mis recuerdos, mis promesas sin cumplir. Quise jugar limpio y perdí. ¿Será que estoy destinada a la cruda soledad? ¿Será que estoy perdida en el purgatorio y no encuentro el camino que me lleve al final? ¿Será que morí y no me he dado cuenta? ¿Será que desperdicio estas palabras en vano? Por que ya no me aprecias, ya no me lees, letargo. Languidez macabra recorre mis venas, dolor, intenso y voráz ¿acabarás algún día? Tan sólo dame una respuesta, tan sólo un verso malhecho, tan sólo un segundo, tan sólo un momento. Estoy hasta el culo de esta sensación agria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pesadilla

Su voz varonil penetró mis oídos, cómo un coro de ángeles. Su acento bonito, su buena dicción y labia me entusiasmaron del primer hola a tra...