martes, 24 de noviembre de 2020

Desesperación

Alguna vez te has cuestionado porqué de noche aparecen las angustias. Esas palpitaciones que ponen en riesgo tu corazón, esa maratón rítmica que casi colapsa tu aorta. Es así cómo de pronto me cuesta respirar, me cuesta concentrarme, me cuesta abrir los ojos, me pesan los hombros, siento inapetencia, náuseas, me desespera. Me desespera esta sensación de mierda que me carcome por dentro, esa letanía que me debilita cada vez un poco más, tu puedes, eres fuerte, eres poderosa, has logrado todo en poco tiempo. No te imaginas cómo deseo gritar, correr, lanzarme cerro abajo rodando, me siento prisionera de algo que no esperaba. Lloro, porque quisiera por un segundo desconectar la mente de mi cuerpo, sentir que descanso por un par de minutos, reír, soñar, creer, emocionarme, pero me siento muerta. Siento que mi alma está vacía y no vuelve. He perdido todo, aunque me queda cordura, pero el tiempo me juega en contra, me siento un explosivo a punto de estallar. Rompo en llanto y no encuentro consuelo, no tengo en quién afirmarme, me siento débil, sola, incapaz. Y todos creen lo contrario, pero soy una simple humana, una simple mujer de tan sólo 29 años. Y tengo sentimientos, y cómo odio tenerlos a veces, dolor tras dolor, pena tras pena, decepción tras decepción, desilusión tras desilusión. Estoy sobrepasada, al límite de no querer seguir adelante con nada, busco cobijo en las pastillas para dormir, pero me aterra depender de ellas, sólo quiero un respiro, una caricia, un abrazo apretado, un hombro en el que pueda llorar sin cuestionamientos, me asusta que no acabe nunca, me asusta que se vuelva peor, el miedo se apodera de mis entrañas. ¿A dónde voy? ¿A dónde vas? ¿A quién recurro? ¿Qué debo hacer? Tan sólo dime, tan sólo quiero escucharte decir que soy importante, que valgo la pena, que tengo tu apoyo, soy frágil, muy frágil.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Delirios de cantina

Prendo la radio, miento, el spotify del móvil. Busco alguna canción que me haga añicos. Curiosamente, Los Bunkers me otorgan esas lágrimas que deseaba soltar. Siento mi pecho apretado, estás tan lejos que casi no recuerdo tu rostro. Estás tan lejos que te puedo tocar, no puedo sentir tu respiración, tu calor, tu cuerpo entero. Me siento bailando sola, flotando en el cielo obscuro descalza. No hay quién ataje mi caída, no estás escondido en las tinieblas para tenderme una mano, una esperanza, ilusión marchita, conversaciones de media noche que me generaban una euforia tipo eme sin saber que es. Cala hondo el dolor, y a pesar de que embriago mis noches con licor, tengo tu aroma clavado en mis fosas nasales. Fumo lento, profundo, tratando de inhundar mis emociones de humo, de nicotina, de dulce nicotina. Y no cesa, no para, no se va. Quisiera saber cómo dejarlo ir, cómo alejarlo de mi cabeza, cómo perder la conciencia de que existes y me eres ajeno. Error tras error carcomen mi alma, mis recuerdos, mis promesas sin cumplir. Quise jugar limpio y perdí. ¿Será que estoy destinada a la cruda soledad? ¿Será que estoy perdida en el purgatorio y no encuentro el camino que me lleve al final? ¿Será que morí y no me he dado cuenta? ¿Será que desperdicio estas palabras en vano? Por que ya no me aprecias, ya no me lees, letargo. Languidez macabra recorre mis venas, dolor, intenso y voráz ¿acabarás algún día? Tan sólo dame una respuesta, tan sólo un verso malhecho, tan sólo un segundo, tan sólo un momento. Estoy hasta el culo de esta sensación agria.

sábado, 21 de noviembre de 2020



Camino por un pasillo obscuro, rechinan las tablas bajo mis pies, bajo mis tacones más bien. Enderezo mis hombros, sigo caminando con la seguridad en mi pecho, no temo, no miento. Silencio ensordecedor. Cierro los ojos, respiro, los vuelvo a abrir y me encuentro en la habitación de huéspedes, desnuda. Un hombro violáceo y sangre en mis rodillas, duele!
Mi corazón palpita estrepitoso, lloro. Qué sucede? Destellos de imágenes invaden mi cabeza, una voz varonil gritándome ZORRA! Dos golpes y un puntapié, caí de bruces sobre el espejo. Miro mis pechos y es verdad, múltiples cortes sobre ellos. Ahora entiendo, lo veo, lo siento.
Miradas inquietas me observan desde lo alto, algunas conocidas. Tus ojos inconfundibles, oscuros, siniestros.
Flores a mi alrededor, un cristal que me separa de ellas, de sus aromas, de sus colores. Aplausos y llantos al unísono, una mano que cierra la tapa, congelandome en la oscuridad y paz del descanso eterno.



No puedo seguir

Estoy estancada en el vacío, me siento sola, caminando lento por un pasillo obscuro. Esta pena me nubla la razón, esta muerte me destroza, esta distancia repentina y voraz me tortura, tu silencio. Tu silencio me daña más que una falsa esperanza, fuiste mi escape, mi droga, besé a Lucifer y fornicamos. Mi alma se evaporó al fuego de tus caricias, soy nada, sólo existo. Y no puedo seguir. Simplemente no puedo. Me pesa el mundo, me pesa el universo. No estoy lista, no lo estoy.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Pensamientos de media tarde

Las noticias no son buenas, la vida te rompe en dos, tres o cuatro partes en un abrupto y repentino segundo. El tiempo. El tiempo te juega malas pasadas, a veces avanza muy deprisa, a veces te tortura lento y siniestro. Estoy en el limbo, me siento cómo en una montaña rusa que te pega el subidón de adrenalina mientras subes a la cima, y te produce un paro cardíaco cuando cae en picada pendiente abajo. Me desespero, me desespero tanto que no respiro. Nada bueno, nada próspero, oscuridad absoluta en mis pensamientos. Y cuándo una pequeña ventana se abre, y logro extrapolar mis duros pensamientos, se cierra de golpe, me aprieta los dedos, duele. El dolor hace que me sienta viva, pero cuánto dolor puedo soportar. No estoy lista. No estoy lista para nada. No estoy lista para soñar, para jugar, para amar, para perdonar, para odiar, para llorar, para triunfar, para fracasar, para hacer amigos, para parecer normal, para ser anormal, no estoy lista, no lo estoy. Un aroma dulce me envuelve en una atmósfera de nicotina vaporizada, inhalo profundo y exhalo lentamente, el dulzor en mi boca me recuerda aquella que por un segundo probé dulce y me produjo adicción inmediata. Pasión y deseo perturbador, encegueció mis deseos de libertad, quise ser prisionera de su boca, de su cuerpo, poseerle. Una estrella fugaz pasó fuera de mi ventana, un asteroide letal que me asombra cada vez que veo una. Curiosamente cada año veo una, pasa rauda y se apaga de repente. Y así sucedió, se apagó, la locura terminó, y el dolor se hizo presente. Una sensación amarga que he sentido siempre, un sabor agrio, un pensamiento suicida. ¿Desamor? No. ¿Una ilusión marchita? No. ¿Una promesa rota? No ¿Un amor imposible? No. Y no es la respuesta perfecta para lo que siento, y no representa a un abstracto menjunje de emociones pútridas. Y lo entendí. Entendí cuál fue el detonador de mis pesadillas, de mis miedos, de mis inseguridades. Fue el cariño. Cuando tu mano acarició mi rostro, me destruí por dentro, el mundo se vino abajo, reventé mi burbuja, vi la realidad. Cuando sentí ese calor, esa suavidad, esa delicadeza, desperté en un campo de pinchos que machacaban mis pies descalzos. Me sentí frágil, desnuda, lloré. Lloré escondida en la oscuridad, entendiendo que el cariño existe, y hace tiempo no lo sentía. Entender que quién dijo amarme, me negaba una simple caricia, me aniquiló. Y me conformé. Me conformé con lo mínimo. Me conformé con el silencio, la lejanía, me conformé con las migajas que dejaban para mí, me conformé con poco, y creía que lo merecía. Que merecía eso, y menos. ¿Quién podría enamorarse de mí? Es la duda maldita que atormentó muchas noches. ¿Será que no nací para ese fin? ¿Cuál es mi fin? ¿Cuál es maldita sea? Cuando la tormenta acabó, y murió el pseudo amor, fui feliz, fui feliz porque me sentí libre, decidida, guapa, sexy, fui feliz. Y cuándo el subidón de felicidad, de locura, de embriaguez llegó a su clímax, conocí el cariño y me hice adicta. Adicta y decidida a sentir, sin miedo, sin tabúes, sin prejuicios, sin cesar. Esas cosquillas hepáticas que te produce la ansiedad de verle revivieron en mis entrañas, las había olvidado. Y aprendí, a que puedo sentir cómo yo quiera, cómo a mí se me venga en gana, cómo me salga del coño. Y aprendí, a qué merezco eso y más. Y aprendí que la honestidad es la clave para hacer las cosas, y la sinceridad es la base de cualquier amistad o aventura. Fui maestra de aventuras, fui una ilusión efímera, y me siento con ganas, de volar cómo fénix, mis demonios se fueron, mis quimeras desaparecieron, mis fantasmas se esfumaron, mis fantasías aparecieron. Y entendí que soy más bacán de lo que pensaba y que puedo con todo a pesar del infortunio, a pesar de los desastres, de la adversidad venenosa, a pesar del maldito tiempo, existo. Que lo disfrutes.

martes, 17 de noviembre de 2020

Bienvenido a mi melancolía

Y aquí estoy sentada en mis lamentos de siempre, con el llanto reprimido que asfixia mi pecho y rasca agudo mi garganta. El miedo, el dolor, la angustia, aprisiona el latir de mi corazón decepcionado. Tiempo. Tiempo. Maldito tiempo que transcurres lento, siniestro y ruín. Ese tic tac estrepitoso, que eriza la piel y te enceguece en tristeza, en desilusión, en desesperanza, te hace nada, ni polvo, ni aire, ni átomos, te vuelves nada. Y nada hoy no está bien porque siento que no existo, me siento vacía, me siento hundida. Disimulo mi pena con una sonrisa que parece morisqueta. Te abrazo y te haces humo, te beso y me da frío. Tiemblo, tengo miedo, mucho miedo, me siento perdida, sin rumbo. Un pie colgando de la cuerda floja. Una trapecista sin trapecio, un músico sordo, una bailarina manca, un pirata con dos piernas, un perro que maúlla, un muerto que respira, una sombra de luz radiante. Respiro. Inhalo profundo y dejo escapar esa pena, la entiendo y le permito marcharse, apenas vuelva la abrazaré porque es mía, y soy muchas cosas, no tan solo desdicha y quebranto, soy completamente perfecta llena de imperfecciones homínidas.

sábado, 7 de noviembre de 2020

El tiempo

En milésimas de segundos resucité. Latidos rimbombantes, fuertes y tenaces eyectan la sangre que corre por mi cuerpo. Me enciendo. Sonrojas mis mejillas, aceleras mi respiración, mi pulso se siente en la garganta, mi boca se hace agua. En milésimas de segundos todo cambia, todo pasa, todo, absolutamente todo. En ese pequeño espacio de tiempo, renazca de las cenizas que alguna en fue la hoguera que me crema. Sonrío. Sonrío como si recién hubiera aprendido. Sin miedo a nada, y aunque no tenga nada, la nada me parece asombrosa, porque es más de lo que tuve antes. Dolor, quieres aparecer cruel en este instante especial? Sombría criatura, cuya sonrisa hipócrita destruyó mis emociones, mis sentimientos, quiso ser freno de sueños, de esto y de aquello. Moléculas, te haces infinitamente pequeño en mis pensamientos, te elevas y dejas de existir, eres un átomo, luego protón, y te reencarnas en piedra. No fui suficiente, más bien no quise serlo. Pienso en el tiempo, parece condena, 6 años y 1 día, cual prisionero de mala calaña. 6 años en donde aprendí que el amor no es uno sólo en la vida y que repetirlo mil veces no lo hace más especial, sino más nefasto. Te dejo marchar, áspera sensación de espinas, empuño mi mano, erguida, imponente, soy libre, soy libre. En milésimas de segundos apareció la Estrella de la Mañana, tal querubín desterrado, tal alma alguna vez torturada. ¿Sanaremos? ¿Qué nos ofrece el destino, el oráculo, el azar? ¿Es posible? puede esto ¿Ser posible? Preguntas sin respuestas dan paso al miedo, a la incertidumbre a la angustia. Me callo y pienso. Me atrevo a lanzarme al vacío y creer que me atajas. Me besas, me acaricias, acomodas mi cabello alborotado por la caída. Me niego. Me niego a dejarte marchar a un lugar diferente, a una tierra lejana y ajena a mi existencia. No quiero. Me quedo. Espero.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Renacer




 Siento el palpitar en mi garganta, casi cómo si el corazón quisiera escapar de mi pecho. Ansiedad. Siento correr la sangre en mis venas, ese torbellino asteroidal en mi estómago, que estalla en un mar de sensaciones inentendibles y se transforman en sonrisa, en incertidumbre, en curiosidad inquietante. Siento cómo el miedo se apodera de mí, me angustio. Será que el dolor, el desamor, me han puesto una coraza? Una armadura impenetrable? Fragilidad. Me estremece recordar esa caricia dulce, suave, estimulante en mi mejilla. Me estremece pensar en que había olvidado lo que era sentir cariño. Algo tan esencial, algo tan increíblemente esencial y que había omitido, anulado, olvidado. Siento ese calor radiante, esa alegría estúpida que se convierte en un fénix renaciendo de las cenizas, un ave libre y capaz de levantarse de la muerte, de la pena, del dolor. Siento tristeza porque no tomé buenas decisiones, de aquél apretón de dedos, o aquella morisqueta de menosprecio, esas palabras clavadas como agujas en mi alma, esa intensa forma de hacerme sentir que no valía. Y valgo mucho, me he dado cuenta. Valgo tanto que tengo fuerza y decisión. Valgo tanto que es justo que yo sea feliz, y lejos de tu existencia. Y te quemarás en la hoguera inundado de odio, pues te duele saber que estoy mejor si tu puta y desgraciada existencia. Desapareces, tanto que ya no recuerdo tu cara, tu aroma, tu estatura. Tal ave rapaz y carroñera, me robaste energía e ideas, tuviste cobijo cuándo llovía y amor verdadero sin merecerlo. Te dejo ir de mi mente, no siento odio sino alivio. Me siento libre, de dolor y ataduras, me siento bien porque me tengo, y eso es mucho más de lo que puedes aspirar. Me siento libre y capaz de volver a amar, a un alma que quiera huracanarse con la mía, tengo paciencia y me sobra el deseo de vivir nuevas experiencias, aventuras, cosechar mis frutos. No tengo miedo de no volver a sentir, pues siento, alegría, curiosidad y deseo, mucho más humana y terrenal, más sincera y consciente, decidida y valiente.


"No me preguntes que hice entonces, cuando la noche me protegía, no me peguntes que pretendía cuándo el dolor yo perseguía" EUKZ.


Buen provecho.


Pesadilla

Su voz varonil penetró mis oídos, cómo un coro de ángeles. Su acento bonito, su buena dicción y labia me entusiasmaron del primer hola a tra...