martes, 24 de enero de 2012

Cidio


Hola mi vida. Dije sonriente desde la puerta. Me miró, pero no dijo nada.
Que te sucede, le dije con ternura. No hubo respuesta. Acerqué mi mano a su cara, la acaricié, y noté que una lágrima de deslizaba zigzagueante. Lo abracé. Me apretó con fuerza, y nos quedamos en silencio largos minutos.
Hoy me di cuenta, que no puedo vivir sin ti, Te amo, me dijo. Yo también, le contesté. Pero sentí que mentía, que fue por compromiso, porque esa noche llegué distinta, algo sucedía en mí, pero no sé exactamente que era. Nos dejamos de abrazar, él se levantó, y fue a buscar licor al bar. Fui al cuarto de baño y me desvestí. Empecé a observar unas manchas moradas que tenía en varias partes de mi cuerpo. Un morado tan intenso, como las violetas. Pero verdaderamente no sabía de donde provenían. IMÁGENES repentinas venían a mi mente. GRITOS. Sacudí mi cabeza, como un intento desesperado de volver en sí, y me di cuenta de que alguien me observaba. Me asusté, era él. Traía un vaso, parecía como si lo apretara con firmeza, pues su mano se veía rígida. No dijo nada. Tomé la toalla, y me cubrí, no quería que él siguiera observando mi desnudez. Salí de la bañera, y camine en dirección a mi habitación. Él seguía quieto, sin decir nada. Pasé a su lado, y de pronto agarró fuertemente mi brazo, me dolió. Me asusté, le dije que te ocurre. IMÁGENES, como si lo hubiera vivido antes. Levantó mi cara con su mano, y me dijo, de aquí no pasas. Intente soltarme, pero me fue imposible. Me empujó contra la pared, me azoté la cabeza, SANGRE. IMÁGENES. No por favor, supliqué, ya recordé como habían aparecido esas manchas púrpuras. Intente sostener mi cabeza, me ardía. Lanzó el vaso contra el espejo, CRISTALES. Me arrastró hacia el salón, CRISTALES. Lo último que recuerdo fue que me apuntó con algo muy brillante, y el sonido agonizante de mi último suspiro.

Lo que muchas PERSONAS aguantan, NO AL MALTRATO, NO AL HOMICIDIO.

domingo, 22 de enero de 2012

Perfecta


Por qué cuando hay luz, tú sombra la opaca delicada.
Se reseca mi garganta, empuño mis manos.
Golpeo las páginas negras, de una historia cruel,
Que acabó de golpe, se acabó la tinta, se quebró la pluma
Me cansé.

Enciendo un cigarro, áspero, amargo, mortal.
Recorro mi mente, y te encuentro difuso.
Acerco mi mano a la tuya, y me quemo.
¡RECUERDOS!
Abro los ojos, eres tú.
¿PANICO?
No.
Satisfacción.

Pesadilla

Su voz varonil penetró mis oídos, cómo un coro de ángeles. Su acento bonito, su buena dicción y labia me entusiasmaron del primer hola a tra...